La grasa segregada por las glándulas sebáceas del cuero cabelludo supone una protección natural para
nuestro cabello, que lo defiende de los agentes externos como el sol,
la contaminación, o el uso de tintes y otros productos químicos. Cuando
tenemos el cabello seco, nuestro pelo no recibe suficiente producción de
dicha grasa, por lo que resulta más frágil ante dichos
agentes, lo que hace que se vuelva débil, quebradizo y pierda su brillo
en poco tiempo aunque utilicemos champús y productos adecuados para
este tipo de cabello.
Una de las formas de evitar esto es realizar un tratamiento con aceite
antes de lavarnos el cabello, con lo que lograremos que el pelo esté
mucho más hidratado, brillante y fuerte, especialmente si lo aplicamos
de forma regular.
Para ello, podemos aplicar el aceite que más nos guste,
ya sea de coco, manteca de carité, de oliva, de aguacate o de
almendras, ya que todos tienen propiedades hidratantes y nutritivas
beneficiosas para el cabello. Una vez que hemos elegido el aceite que
deseamos aplicar, lo calentamos, para poder aplicarlo con más facilidad.
Lo mejor es hacerlo en el microondas, pero siempre cuidando que no nos
queme, sino sólo que adquiera un poco de temperatura.
A continuación, lo aplicamos sobre el cabello mechón a mechón,
siempre desde la mitad del cabello hacia las puntas, evitando aplicarlo
sobre el cuero cabelludo. Si tenemos el pelo mixto o un poco seco, lo
mantendremos en el cabello durante una hora, para después lavarnos con
el champú y el acondicionador que utilicemos habitualmente.
Si tenemos el cabello muy seco o castigado, podemos
aplicar el aceite y dejarlo que actúe durante la noche, lavándolo bien
al día siguiente para eliminar cualquier residuo. También es aconsejable
en caso de que nos tiñamos, alisemos o ricemos el cabello
frecuentemente, para recuperar el cabello maltratado.
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